miércoles, enero 30, 2008

Reseña de Fantasiofrenia II en la revista Siempre!

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Antología del cuento dañado
Fantasiofrenia II

por Ricardo Muñoz Munguía

Aparecido en la revista Siempre!, núm. 2850

El daño, como tema, enciende las antenas de la curiosidad rabiosa, humedece la mirada que hurga, despierta el asomo al morbo, desata a cualquier tipo de lector. Por tal, la Antología del cuento dañado. Fantasiofrenia II permite esos caminos, donde el daño por la vida que apenas deja hilos de oxígeno para poder sobrevivir son los hilos de donde jalan los escritores que se han dado a la tarea de integrar el libro que hoy nos ocupa.

Las temáticas del daño, como es de esperarse, dejan ver la frustración, el trauma, la decepción, la muerte… Así, nos encontramos, por mencionar algunos aspectos que me vienen a la mente, el de una madre agonizante por el cáncer con un hijo envuelto en el dolor y con una prostituta que de algún modo lo consuela; la estupidez y el humor también se cuelan pues un exhibicionista se mete a un vagón para invidentes; el asombro, en el que un camillero se aprovecha de una muerta pero no se espera cierta reacción que del asombro pasará a la muerte; la inocencia, en que una “chamaca pendeja” se cuestiona el porqué de la actitud de los adultos, cuando le dicen que los animalitos son buenos cuando completamente la niña debe comportarse diferente a ellos, lo que la lleva a decir “La gente se volvió loquita”; por supuesto el tema sexual no podía faltar, así una mujer que sólo busca “un hombre verdadero”, lo busca en un aparato plastificado y con un año de garantía; otro más, combinado con humor y erotismo en que lo senos son “el principio del placer o a lo hecho pechos” y que va por un aspecto muy del medio literario; por último, uno de los relatos que más impresionan es el de una mujer que espera lo mejor de Patricio, su pareja, pero al decirle que está embarazada, el otro por sus propios medios le practica un aborto, dejándola estéril, por lo que ella intentará la venganza, aunque en ella le vaya la vida.

El mosaico de autores señala a escritores con un importante recorrido en las letras, tanto en su labor creativa como críticos literarios y, otros, jóvenes, que van tomando rumbo, en este caso, en el terreno del relato. La lista se integra por Mauricio Absalón, Édgar Omar Avilés, Mauricio Carrera, Jesús Francisco Conde de Arriaga, Alberto Chimal, Jéssica de la Portilla Montaño, Gerardo de la Torre, Myrna Díaz Infante, Marcial Fernández, Fernando Flores, Rogelio Flores, Jesús Vicente García, Eve Gil, Mario Jaime, Sergio Loo, Gonzalo Martré, Ernesto Murguía, Rocío Noblecilla M., Édgar Pérez Pineda, Keshava Quintanar, Fernando Reyes, Marcos Rodríguez Leija, Espartaco Rosales, Guillermo Samperio, Ignacio Trejo Fuentes, Arturo Trejo Villafuerte, Andrei Vásquez Chávez, Guillermo Vega Zaragoza y Adolfo Vergara Trujillo.

Fantasiofrenia II es un libro que indudablemente es para disfrutarse, de jalón o por cuentos, lo único que de algún modo estorba y fastidia es el poco cuidado que tuvo en su edición pues a lo largo de las páginas es un corredero de erratas que de cierto modo distrae.

Fantasiofrenia II.
Antología del cuento dañado,
varios autores. Ediciones Libera, México, 2007; 127pp.

Adiós al "taco de ojo"

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Vean nomás la lasciva mirada de este cabrón chamaco:
"¡Ya te dije que no me veas con esos ojos!"


Sugiero entonces que, en lo que los varones aprendemos a andar por la vida con los ojos cerrados, las compañeras se abstengan de vestir escotazos, minifaldas, jeans entallados y demás prendas que pudieran provocar nuestra entrada directa y sin escalas a los separos delegacionales.

¿Después que sigue: tambo al que tenga poluciones nocturnas por "lascivia onírica"?

El Vega.com (haciendo bizcos para camuflagear la lascivia en su mirada)

Castigarán miradas o palabras “lascivas”


Entrará en vigor el 8 de marzo; en 60 días, el reglamento.

Aparecido en Milenio Diario

El Gobierno del Distrito Federal publicó ayer, en la Gaceta Oficial, la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, en la que se establecen sanciones para aquellos hombres que profieran palabras o lancen miradas lascivas a las mujeres.

El nuevo ordenamiento, que de acuerdo con uno de sus artículos transitorios entrará en vigor el 8 de marzo próximo, tiene como objetivo liberar a la mujer capitalina del acoso al que se ven sujetas gran parte de su vida.

En otro de sus artículos, la ley dice que a partir de su entrada en vigor, el jefe del Gobierno de la ciudad cuenta con 60 días para emitir el reglamento que regule la forma en que la normatividad será aplicada.

Sobre las sanciones a quienes infrinjan la ley, Leticia Bonifaz, consejera jurídica del Gobierno capitalino, explicó que “dependerá del tipo de violencia, a veces sólo será considerada como una falta de cultura cívica y otras como un delito y la sanciones están establecidas en el Código Penal y en la Ley de Cultura Cívica”.

En la nueva normatividad, la violencia contra las mujeres se define como psicoemocional, física, patrimonial, económica y sexual, y esta última incluye miradas o palabras lascivas con hostigamiento, acoso, violación, explotación sexual comercial, trata de personas y el uso denigrante de la imagen de la mujer.

Se menciona que la Secretaría de Gobierno del DF, a petición del Instituto de Mujeres del DF, podrá emitir una alerta de violencia contra las mujeres para enfrentar el feminicidio —entre los tipos de violencia también “se establece la feminicida, que se define como la forma extrema de violencia contra las mujeres, producto de la violación de sus derechos humanos y que puede terminar en homicidio u otras formas de muerte violenta—,” que se ejerce cuando:

“Existen delitos graves y sistemáticos contra las mujeres, existen elementos que presuman una inadecuada investigación y sanción de estos delitos por los organismos de derechos humanos a nivel nacional o del DF, de la sociedad civil o internacionales”, señala el decreto.

Otra de las medidas para la protección de las mujeres es que el juez podrá ordenar la desocupación del agresor del domicilio conyugal o donde habite la mujer, prohibir acercarse, ingresar al hogar, lugar de trabajo, de estudios de la víctima, así como comunicarse con ella.

Se crean casas de emergencia, estancias para las mujeres que han sido víctimas de violencia así como para las víctimas indirectas, como son hijos de cualquier edad o cualquier persona que dependa de ellas.

Establece los centros de refugio, lugares temporales de seguridad para la víctimas, las víctimas indirectas y podrán permanecer ahí en tanto subsista la inestabilidad física o psicológica, o riesgo para la víctima directa o indirecta.

Ambos lugares brindarán atención psicológica, médica, jurídica y social, capacitación para las mujeres y bolsa de trabajo.

También se establecen cinco modalidades de violencia: familiar, laboral, docente, en la comunidad e institucional.

“Regulará la relación entre hombre y mujer”

Un sondeo realizado por MILENIO entre mujeres respecto a la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia reveló que la mayoría de las consultadas están de acuerdo con la ley publicada en la Gaceta Oficial del GDF.

Coincidieron en que la mayoría de los casos se presenta en el ámbito laboral, “servirá para regular la relación tan difícil entre el hombre y la mujer en el trabajo, es ahí donde se nos cierran muchas puertas, creo que lo que necesitamos es educarnos y dejar de ser tan temerosas”, dijo una de las consultadas.

Otra mujer expresó que padeció acoso sexual muchas veces en el entorno laboral. “Una vez mi jefe, en su oficina, trató de seducirme al lanzarse sobre mí mientras le presentaba un proyecto, aunque muchas veces el hostigamiento se manifiesta bajo el influjo del alcohol”.

Dos de ellas se mostraron en desacuerdo debido a que consideran que es un problema complejo: “somos libres con o sin ley, podemos protegernos solas, la violencia tanto física como verbal se debe a la mala educación y a un problema de la sociedad”.

Acerca de la inclusión de las “miradas lascivas” a la violencia sexual, expresaron que es exagerado, debido a la subjetividad que representa: “considero que jamás se podrá demostrar el hecho de que me hostiguen con la mirada, depende mucho de la persona, para algunas podría ser un piropo”.

En cuanto a que si una mirada sostenida genera molestia, “da mucho miedo y no sabes qué hacer, muchas veces he tenido que cambiar de vagón (del Metro) porque no sé cómo actuar y me da pena hacer un escándalo sólo por eso”.

Zonas de violencia

El Gobierno del DF detectó dos zonas graves de violencia contra las mujeres. Una de ellas se ubica en la delegación Gustavo A. Madero y la otra en la colonia Ejército Constitucionalista, en Iztapalapa; ambas son analizas por un grupo de sociología jurídica de la UNAM.

La nueva ley también reconoce la violencia contra los derechos reproductivos, la cual incluye todo tipo de acción que vulnere su derecho a decidir sobre su función reproductiva, la elección de métodos anticonceptivos y la práctica de un aborto seguro.

México/Silvia Arellano

Un experimento

Se me ocurrió hacer este experimento, no para demostrar nada, sino nada más por el afán de ver qué podía salir y porque me gustó mucho la historia de Rax, sobre todo porque me recordó aquel cuento de "Una niña perversa" de Jehanne Jean-Charles.

Rax escribió este cuento,
"De fantasmas", en su blog. Aquí lo pueden leer.

Tomándolo como punto de partida, hice mi propia versión:

Calefacción

Juan es un hombre sencillo y práctico. Ha hecho una pequeña fortuna dedicándose al negocio de la instalación de calentadores y equipos de aire acondicionado. Una tarde llega de visita a casa de un matrimonio amigo, a quienes no ha visto desde hace mucho tiempo. Se queda a cenar y, animados por el vino, platican hasta bien entrada la noche. Cuando se dispone a retirarse, cae una tormenta y lo invitan a que se quede a dormir cómodamente en una de las recámaras, que está vacía.

Mareado por los efectos de la bebida, con descuido, Juan tira al suelo la legión de muñecos de peluche que atestan la cama y se sumerge bajo las colchas con figuritas color pastel. A pesar de todo, cae en un sueño intranquilo.

Lo despierta el llanto de una niña, que se encuentra de pie -en camisón, descalza y tiritando- a un costado de la cama. Juan le pregunta por qué llora. Entre sollozos, la niña le dice que hace mucho frío en el lugar a donde la mandaron a dormir sus papás y que quiere estar en su cama, que es rica y calientita. Le pide que la deje dormir con él.

Juan duda, pues, aunque la niña apenas tiene once o doce años, alcanza a vislumbrar sus buenas "turgencias". Por un instante piensa proponerle que mejor él se va a dormir al lugar a donde la mandaron sus papás, pero la carita suplicante y el temblor del cuerpo de la niña lo hacen aceptar.

Ella se acurruca junto a él. Está helada. Juan la arropa con su cuerpo para transmitirle calor. Excitado, Juan acaricia la carne infantil por debajo de la tela; se agasaja, pero nomás un poquito. Extenuados, por fin, se quedan profundamente dormidos.

En la mañana, Juan despierta, solo. En la mesa del desayuno únicamente se encuentra el matrimonio. Como al desgaire, Juan pregunta por la niña en cuyo cuarto ha dormido. Se hace un silencio incómodo. Con resignada tristeza, le confiesan que murió súbitamente, de una extraña enfermedad, un año antes.

Ecuánime, mientras le da un bocado a sus huevos revueltos, Juan -que es un hombre sencillo y práctico-, les pregunta si no han pensado que sería buena idea ponerle calefacción a la cripta donde yacen los restos de la niña. Él mismo podría instalarla y se las dejaría a buen precio.

Los papás sólo atinan a mirarlo con silencioso asombro.

*********

Esta es mi versión. No se trata de ver si es mejor o peor que el original sino de ver qué se puede hacer con los elementos dados previamente y hasta dónde se puede llegar.

¿Ustedes qué piensan? ¿Se atreverían a hacer su propia versión de la historia, tratando de respetar la anécdota en lo fundamental?

viernes, enero 25, 2008

Cuestionario Proust, versión Campbell

Precisamente me encuentro en el blog de Federico Campbell, su propia versión del célebre Cuestionario Proust. Me lo aplico nomás por mis polainas.

Si fuera una flor ¿cuál sería?

Clavel

Si pudiera reencarnar en persona o cosa, ¿en quién escogería?

En Madonna, para hacer lo que me dé la gana, incluso babosadas, y además me aplaudan

¿Cuál es su concepto de felicidad?

Una buena biblioteca, tiempo para leer, escribir y ver cine.

Para usted ¿en qué consiste el amor?

En el respeto absoluto a la libertad, la individualidad y las decisiones del otro, incluso si esas decisiones van en contra de mis deseos.

¿Quiénes son las personas a las que más admira?

A los que verdaderamente aman su trabajo y lo hacen con gusto.

¿Cuál es su mayor extravagancia?

Inscribirme en un curso de yoga.

¿Cuál es su objeto más preciado?

Mis libros, mis discos, mis películas y mis cuadernos

¿Qué cualidad admira más en el hombre?

La inteligencia y la pasión

¿Y qué cualidad admira más en la mujer?

Lo mismo

¿Cuál ha sido su mayor triunfo?

Haber logrado dedicarme a lo que me gusta

¿Cuándo y dónde es más feliz?

En casa, leyendo, viendo películas, oyendo música, escribiendo

¿Cómo se autodefiniría?

Inteligente, apasionado, obsesivo, intolerante, depresivo, entretenido, preocupón, enojón, sentimental.

¿Cuál es su mayor defecto?

La indecisión

¿Cuáles son sus pintores favoritos?

Leonardo, Dalí, Picasso, Vermeer, Pollock, Leonora Carrington, Diego Rivera.

¿Y actores y actrices de cine?

Robert De Niro, Al Pacino, Jack Nicholson, Juliette Binoche, Meg Ryan, Philip Seymour Hoffman,

¿Quiénes son sus cineastas favoritos?

Woody Allen, Alfred Hitchcock, Martin Scorsese, Oliver Stone, Ridley Scott, Spike Jonze, Quentin Tarantino, Ismael Rodríguez, Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón

Si fuera una silla ¿de qué estilo sería?

Un sofá cama

Si fuera una enchilada, ¿de qué sería?

De mole poblano

Si fuera un invento, ¿cuál escogería ser?

La televisión

¿Cuál es su pasatiempo?

Leer, escribir, ver cine, escuchar música, navegar en Internet, caminar, platicar con amigos

¿Cuál ha sido su viaje inolvidable?

A Huatulco

¿Qué le disgusta más de los demás?

La estupidez, la irresponsabilidad y el valemadrismo

¿Qué le disgusta más de su apariencia?

Mi panza

¿Cuál es su mayor temor?

Morir por culpa de un pendejo, por ejemplo, un borracho en un auto.

¿Cuál es su vicio?

Los libros, los discos, las mujeres, la comida, la bebida, el cine (no necesariamente en ese orden)

¿Quiénes son sus héroes de ficción?

Batman, El Pato Lucas, Don Gato, Garfield, Henry Chinaski, Doctor House, Vic Mackey (el de la serie The Shield)

¿Cuáles son sus platillos favoritos?

El espaguetti, el chicharrón en salsa verde, las albóndigas, el sushi

¿Y bebidas?

Tequila y vodka

¿Cómo le gustaría morir?

Lo más rápido e indoloramente que se pueda

¿Quiénes son sus escritores favoritos?

Charles Bukowski, Henry Miller, Ricardo Garibay, Juan García Ponce, José Agustín, Jorge Luis Borges, Julio Cortazar, Bret Easton Ellis, Jaime Sabines, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Gustavo Sainz, A.M. Homes, Truman Capote, Norman Mailer

Si fuera una estrella de cine ¿cómo quién escogería ser?

Bruce Willis

Si fuera una película ¿cuál sería?

Adaptation, con guión de Charlie Kaufman

Si fuera un color ¿cuál sería?

Azul oscuro

¿Y una textura?

Algodón

¿Y un instrumento musical?

Guitarra

Si fuera un árbol ¿cómo cuál sería?

Helecho

¿Y un metal?

Cobre

¿Y una piedra preciosa?

Esmeralda

Si fuera un sonido ¿de qué sería?

Pájaros cantando en la mañana

¿Y una canción?

“The seeker”, de The Who

¿Y un paisaje?

Los volcanes al amanecer

¿Cuál es su músico favorito?

The Doors

¿Y su intérprete?

Diana Krall

¿Cuál es su ciudad mexicana favorita?

La de México, desde luego

¿Cuál es el lugar más bello del país?

Colima

¿Y un postre?

Capirotada de nuez

¿Cuál ha sido el mejor regalo que ha recibido?

Dos libros: París era una fiesta, de EH, y La tumba sin sosiego, de Cyril Connolly

¿Y su sorpresa mayor?

La muerte de mi madre, siempre creí que era inmortal

¿Y su mayor susto?

Todavía no, y espero que así siga en mucho tiempo

Si pudiera pedir tres deseos al Aladino de la lámpara, ¿qué le pediría?

  1. Mucha salud
  2. Las mejores ideas para escribir
  3. Mucho dinero

Post Scriptum Triste de Federico Campbell

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Acaba de aparecer la segunda edición de Post Scriptum Triste (Ediciones Sin Nombre/ CONACULTA), de Federico Campbell, que tiene la forma de un diario literario, donde el autor escribe sus ideas y reflexiones acerca de la escritura y transcribe profusamente citas y párrafos de otras obras, abarcando un periodo de 15 años, de 1977 a 1992.

La primera edición la copublicó la UNAM y Ediciones del Equilibrista en 1994, y desde entonces se volvió uno de mis libros de cabecera, junto con La tumba sin sosiego, de Cyril Connolly, que conocí precisamente porque Campbell la menciona en este libro.

Si se pone uno a pensar, este tipo de "diarios" o "bitácoras" literarias, que se han escrito desde siempre, tienen hoy su correlato con los blogs, nada más que ahora no hay que esperar 15 años para publicarlo como libro sino que día con día puede uno dar a conocer lo que escribe, hacer realidad ese "diario en público" que quería Elio Vittorini.

No es de extrañar, pues, que ahora Campbell tenga registrados 19 blogs (casi uno por cada libro que ha publicado, incluido el personal y el de la columna "La hora del lobo" que publica en la revista Milenio Semanal).

Obsesivo como pocos, Campbell aborda, desmenuza, regresa una y otra vez sin agotarlos nunca, unos cuantos temas que le han fascinado siempre: la literatura, el poder, la política, lo ético.

En un apartado amplio del libro (si fuera blog diríamos "en un post"), Campbell escribe sobre Juan Rulfo y se pregunta sobre las razones que hicieron que este "monstruo" de la literatura mexicana nunca más publicara una obra después de Pedro Páramo.

Ahí fue donde yo me enteré por primera vez de la supuesta terapia de electrochoques que le dieron a Rulfo para tratar su alcoholismo, después de la cual ya no pudo o quiso escribir. "Se me fueron las ganas", dice Campbell que le dijo Rulfo.

Campbell culmina su entrada rulfiana con algo que recuerdo haber subrayado en la edición original y ahora vuelvo a destacar, porque es una de las más grandes verdades que he podido encontrar en la vida:

"En todo caso, la enseñanza de Juan Rulfo es que no tiene sentido escribir si no se tiene el deseo de escribir; que no vale la pena escribir si no es para lograr una obra maestra; y, sobre todo, que en cuestiones de literatura la cantidad de libros publicados no tiene nada que ver con la calidad, como suele darse a entender en un medio donde aparecen tantas novelas escritas sin deseo".

"Juan nos hizo ver que lo único que importa en esta vida es el deseo. Su enseñanza es de un orden que sólo podríamos adjetivar con una palabra que prácticamente ya no quiere decir nada en nuestro medio: ético. No se vale escribir sino de las cosas que le duelen a uno. Lo importante no es escribir cuando se tiene algo que decir sino cuando se tienen deseos de decirlo".

Excelente idea ponerlo en circulación de nuevo, aunque sea un tiraje de tan sólo 1000 ejemplares.

Vino el remolino y nos alevantó

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Juro que yo no me di cuenta cuando sucedió. Estaba clavadísimo dando clase. Las luces parpadearon unos segundos, pero enseguida se activó la planta de luz. Fue hasta que llegó alguien muy angustiado, diciendo que se habían caído postes, árboles y anuncios, que en el radio informaron que un árbol aplastó a una persona en su automóvil, que los celulares no funcionaban, que no había luz en las calles y los semáforos estaban desquiciados, y que había hecho en hora y media un recorrido que normalmente se hace en 20 minutos

Salí a la calle. Oscura. En la esquina, apenas las luces de los automóviles varados en el tráfico. Ramas y hojas en el suelo. Los negocios habían bajado las cortinas. Una extraña calma y un silencio aún más insólito. No había nadie en la calle. Eran apenas las 8 de la noche.

Tratamos de enterarnos por el radio, pero los noticieros ya estaban en otra cosa. Pude entrar a la Internet y los periódicos daban información fragmentada e incompleta. Aunque sí había fotos escalofriantes de arboles sacudidos por el vendaval y personas aferradas a un poste para no salir volando.

Empezaron a salir los alumnos y maestros de las otras clases. Tampoco se habían dado cuenta de nada. Se resistían a creer lo que había pasado. Hablaron por celular a sus casas, con sus seres queridos, para ver si estaban bien. Poco a poco se fueron retirando, hasta que quedamos un puñado, los que generalmente nos reunimos los miércoles en el bar de la esquina. Estaba cerrado. Nos veíamos unos a otros, como preguntándonos qué hacer. Todo era muy triste: la oscuridad, el silencio, la ausencia. Por un momento nos sentimos como huérfanos. Alguien ofreció su casa, pero hubiéramos tenido que comprar provisiones antes, pero ¿en dónde, si todo está cerrado? Nos despedimos y cada quien tomó su rumbo.

Caminé a media calle, para no tropezar con algo que se hubiera caído, a lo mejor un cable. En el panteón que está a un par de cuadras, un árbol derribó unos cables, arrastró un poste y éste aplastó un auto. Un fantasmal policía dirigía el exiguo tránsito. Caminé hacia la estación del metro, que a esas horas, generalmente se encuentra atiborrado. Ahora apenas había cinco o seis personas, un par de peseros a la espera de pasaje y ningún vendedor ambulante.

Usé el puente de la estación para cruzar al otro lado de la calzada. La taquería, con su trompo de pastor a la intemperie, se negaba a sucumbir ante la contingencia, iluminándose con velas y un quinqué chamagoso.

En casa, todo estaba anormalmente silencioso: ni el molesto sonido de la bomba de agua, ni el rechinido de los muebles de los vecinos, ni llantos ni gritos ni música. Apenas el aullido de una ambulancia y el afónico rugido de un helicóptero.

Después se sabría que la tercera parte de la ciudad se quedó sin luz eléctrica y que en algunas zonas aún no se normaliza el servicio. En mi colonia se restableció a las 3 y media de la mañana. Hasta esa hora pude dormir. Tenía una lamparita de lectura, pero no me dieron muchas ganas de leer; me puse los audífonos para escuchar las noticias por radio, pero me enojó la estupidez de los locutores de un programa de deportes.

Pero mucho antes de que regresara la luz, sin pensarlo mucho, abrí la puerta de mi casa. La de por sí tranquila calle estaba aún más tranquila, tenuemente alumbrada. El solitario automóvil blanco que estaba enfrente parecía refulgir en la penumbra.

Miré hacia arriba. Ahí estaban.

Pude ver las estrellas como hacía años no las veía en esta ciudad.

Y la luna, una lámpara hermosa, redonda y tímida, presidía la oscuridad con el leve atisbo de su luz.

miércoles, enero 23, 2008

La urgente paciencia de una inmensa minoría

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Por Guillermo Vega Zaragoza

Para nadie es un secreto que en ninguna época ha sido fácil dedicarse a la literatura. Pero menos aún ahora, en el México de hoy, pseudodemocrático y ultraliberal, todo parece estar en contra del arte y la cultura, sobre todo de la literatura.

Por eso, hoy más que nunca, que un grupo de desadaptados sociales, ilusos, locos, extraviados y necios, primero, decidan estudiar en una escuela de escritores durante dos años y, después, decidan publicar un libro colectivo, merece todo nuestro encomio y al mismo tiempo nuestra compasión.

Sabemos que no es fácil seguir empeñados en algo tan aparentemente inútil como la escritura de cuentos, poemas, novelas, obras de teatro, ensayos, guiones, que nunca lo ha sido y que nunca lo será. Y digo que es digno de encomio, porque la aparición de un nuevo libro, sobre todo de nuevos autores, debería ser siempre motivo de fiesta, de celebración, en una sociedad culta y educada, verdaderamente progresista y democrática.

Pero no, ya sabemos que en este país a pocos les importa que se edite un nuevo libro, se exhiba una nueva película o se estrene una nueva obra de teatro, porque aquí son pocos los que verdaderamente cumplen con lo que deben hacer: gobernantes que no gobiernan, padres que no educan, policías que no protegen, maestros que no enseñan, estudiantes que no estudian, actores que no actúan y, aunque pueda parecer increíble: escritores que no escriben. O no escriben bien, que debería de ser su única preocupación. Si ésos que no hacen lo que deben, lo hicieran, sin pedirles que hagan más ni menos, apenas lo justo, es seguro que la mitad de los problemas sociales, políticos y económicos que padecemos se resolverían.

En el caso del campo literario esta indolencia resulta aún más preocupante. Muchos de los editores de las empresas multinacionales que ahora dominan el mercado de los libros, no saben su oficio. Creen saber lo que el público quiere leer, pero ellos mismos no leen ni a los autores que publican. Creen saber vender, pero la literatura no es una mercancía cualquiera. No se puede vender como si fuera detergente o mayonesa. Es necesario entender cómo funciona el mercado literario. Por lo mismo, los libreros no saben vender libros. Las librerías se han convertido en bodegas inhóspitas que acumulan pilas y pilas de libros de saldo que nos mandan las editoriales españolas, a veces a precios muy bajos, pero que pocos compran y, desde luego, nadie lee. Si aparece una novedad, hay que comprarla en ese momento, porque si se acaban los cinco o diez ejemplares que hay en la librería, quién sabe cuándo lo vuelvan a traer. Si un libro no está en el estante, la explicación del encargado siempre es la misma: “Está agotado”.

Y, desde luego, están los lectores. Pero aquí hay que hacer una distinción: están las personas que nunca han leído nada, por deficiencias del sistema educativo, pereza mental o, simplemente, porque ya no es una exigencia social el conocimiento adquirido a través del estudio y la lectura. La prueba más escandalosa y fehaciente está en que millones de mexicanos votaron por un tipo que nunca leyó un libro completo en su vida, que no leía los periódicos para no entristecerse y que aprendió todo lo que sabía sobre la vida leyendo las nubes. Es más: hasta es autor de un libro que no escribió y, desde luego, nunca leyó.

Por otro lado, están los más jóvenes, los que en este momento tienen menos de 20 años, que no leen libros, que nunca en su vida han pisado una librería o una biblioteca, a pesar de tener acceso a ellas, pero que sí leen y también escriben. Leen y escriben mucho más que lo que sus propios padres y abuelos leyeron y escribieron en toda su vida. Sólo que ahora leen y escriben en y través de la computadora: escriben correos electrónicos, chatean interminablemente, incluso noches enteras, escriben mensajes en sus celulares, leen noticias, blogs, y mensajes de otros jóvenes como ellos. Y además ven la televisión, escuchan toneladas de canciones, miran películas y videos, se sumergen en los videojuegos por horas y horas.

Dije: “los menores de 20 años”, los mismos años que tiene esta Escuela de Escritores. Veinte años en que la realidad, el mundo, el país cambiaron y mucho, aunque parezca que todo sigue estando igual. Muchas cosas han cambiado para mal y de otras tantas aún no se sabe si el cambio será benéfico o catastrófico. Éste último es el caso de la literatura. Es posible que los fundamentos de la creación literaria no hayan cambiado muchos en apenas dos décadas, pero sí ha cambiado el público lector y la manera de acercarse a él.

Hace apenas unas semanas, la empresa amazon.com, la librería más grande del mundo que hace sus ventas sólo por Internet, lanzó un aparatito, el Kindle, que algunos llaman “el iPod de los libros”. En unos cuantos años más, podremos comprar, a cualquier hora y desde cualquier lugar, con sólo apretar un botón cualquier libro disponible en formato digital. Podremos traer con nosotros y consultarla en el momento requerido nuestra propia biblioteca personal de cientos o miles de volúmenes, en un sencillo adminículo electrónico.

Si el formato MP3 tiene a la industria disquera en su lecho de muerte, no se necesita mucha imaginación para prever lo que sucederá con el sistema editorial. Aunque justo es reconocer que muchos escritores y lectores aún se resisten a admitir la realidad y siguen empeñados en venerar y defender a capa y espada “este último bastión de lo analógico”, como lo llamó Jeff Bezos, el creador de amazon.com y del mencionado Kindle: este poderoso medio de educación, cultura y conocimiento, que llamamos libro, el cual está empezando a vivir sus últimos momentos como hasta ahora lo hemos conocido.

A estas alturas, muchos de los aquí presentes se preguntarán: ¿Y a qué horas va a hablar del libro que se supone vino a presentar? Aunque no lo crean, he estado hablando todo el tiempo de él. Primero, porque la inmensa mayoría de los autores cursaron una materia conmigo, y a otros cuantos los considero amigos y personas entrañables en mi vida. Hace tres años exactamente comencé a dar clases en esta escuela y los de la generación XXXVII fueron mi segundo grupo. Hoy, a dos años de haber egresado, aparece por fin su libro colectivo de generación. Muchos de los textos aquí incluidos se hicieron al calor de los trabajos, tareas y ejercicios realizados en clase. Dos años pueden parecer una eternidad en la vida de un escritor. Lo que para un autor hace apenas un año era una novedad, un descubrimiento entusiasmante, ahora ya podría parecerle algo inocente y chabacano. A todo nos pasa. Incluso a Octavio Paz. Cada nueva edición de Libertad bajo palabra era más delgada porque quitaba dos o tres poemas primerizos en cada ocasión.

¿Valió la pena la espera? No sé si para los autores, porque resulta que una vez aparecido el libro ahora la pelota está del lado del lector. Y como lector puedo decir que la parte cuentística, la que me tocó en encomienda, me resultó, por decir lo menos, paradójica. En efecto, como bien lo señala Eduardo Antonio Parra en la introducción a la parte de cuento, aquí “tenemos la oportunidad de calibrar cuáles son los temas, las formas, las estrategias y las visiones del mundo que adquirirán preponderancia en los próximos años”. Es cierto: aquí están, recurrentes, los temas que preocupan, agobian y obsesionan a estos escritores: los conflictos de pareja, la sexualidad lúdica, el deseo trágico, el amor y el desamor, la paráfrasis de mitos y obras clásicas, la muerte y la venganza, la zozobra urbana, la búsqueda de la identidad.

Sin embargo, he aquí la paradoja: a pesar de la multiplicidad de temas en la muestra narrativa que nos ofrecen estos autores, poco hay de audacia y atrevimiento formal, de experimentación, de ruptura de esquemas y cánones. En muy contados y agradecibles casos, algunos se atreven (tímidamente, tampoco vayan a creer que es el inicio de una revolución) a romper con la ¡puntuación tradicional!, y otros más a jugar con las voces y tiempos narrativos, por lo que es posible entrever una tendencia a respetar lo clásico, a venerar lo ya muy hecho y dicho. También es posible detectar, en más casos de los que uno quisiera, una especie de urgencia por terminar el texto, por adelantar o desarrollar insuficientemente el desenlace, quizá por impericia, quizá por impaciencia. Por ello, nos encontramos algunos textos prometedores cuando comienzan a leerse, pero que resultan algo decepcionantes conforme se va a acercando el final.

Esto no es ni bueno ni malo, simplemente es. Aunque uno, como lector, esperaría que un libro de escritores noveles ofreciera mucho más que textos razonablemente bien escritos, que demuestran la adquisición y asimilación de herramientas adecuadas para realizar una obra literaria.

No obstante, en las circunstancias actuales, el arte literario debería ser más que eso. La literatura (la literatura que pretende trascender por lo menos una o dos generaciones más) debe implicar riesgo, apuesta y valentía; exige desparpajo, descaro, insolencia, humor; demanda irreverencia, ironía, desmadre, renovación formal. Debería implicar, en suma, la promesa de un atisbo de futuro más promisorio para la literatura.

Y esto no es una imprecación sino una invitación y una provocación a los autores. Una invitación a que promuevan ustedes mismos la circulación del libro entre los lectores, utilizando todos los medios a su alcance. Regálenlo, súbanlo a Internet, mándenselo por correo electrónico a todos sus amigos y conocidos. No teman: nadie se va a hacer rico (ustedes menos que nadie) con él. Lo importante es que circule, que tenga el mayor número de lectores posible, para que sean ellos los que decidan si ha valido o no la pena tanto esfuerzo y sacrificio para que el libro saliera a la luz.

Y una provocación para que dejen estos textos atrás y miren hacia adelante: ya se demostraron que pueden, que tienen las agallas para dedicar buena parte de sus vidas a ser escritores. Ahora demuestren que están llamados a crear una obra que valga la pena, que sobresalga y trascienda, que rompa con lo gastado y aburrido, que apueste por el riesgo y la renovación. Aunque pierdan algunas veces. Así es esto. No hay nada seguro. Hay que seguir apostando. En una de esas les toca ganar, y ya vendrá otro calvario, pero de ese hablamos en otra ocasión.

Muchas felicidades por la aparición de su libro, colegas escritores.

(Leído en el Foro Rodolfo Usigli de la SOGEM el 22 de enero de 2008 en la presentación del libro Inmensa minoría,. Reunión literaria, de alumnos de la generación XXXVII de la Escuela de Escritores de la SOGEM)

miércoles, enero 16, 2008

Luto entre la cofradía bohemia

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La cantina fue punto de encuentro de presidentes, escritores, periodistas...

Cerró El Nivel; en su interior quedaron 156 años de historia

Su propietario, Rubén Aguirre, informó que perdió con la UNAM litigio por el predio

por Rocío González Alvarado/La Jornada

La cantina más antigua de México, El Nivel, que ostenta la primera licencia de ese giro en el Distrito Federal, cerró sus puertas de manera definitiva en el Centro Histórico, luego de ser punto de encuentro de presidentes, escritores, artistas, burócratas, académicos, activistas, periodistas y turistas, durante 156 años.

Los cacahuates, el queso blanco y de puerco en cuadritos, con sus rajas en escabeche, botanas que acompañaban las cervezas frías o la bebida de casa el nivelungo (vodka, Pernod y licor de naranja) dejaron de servirse desde el pasado 2 de enero, según informó, durante una entrevista en el programa de radio De una a tres de Jacobo Zabludowsky, don Rubén Aguirre, su dueño, quien explicó que tomó esta decisión tras perder un litigio con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que reclamó la propiedad.

El local ubicado en Moneda número 2, casi esquina con la Plaza de Armas, donde sólo queda como testimonio de su cierre un anuncio para la clientela: “Cerrado por remodelación. Hasta nuevo aviso”, fue en su momento parte del edificio sede de la ahora máxima casa de estudios del país, que dos predios más adelante, en el número 5, mantiene las oficinas del Programa de Estudios Sobre la Ciudad (PUEC).

Como todo sitio milenario, este escenario, que cruzó tres siglos como protagonista de la vida nocturna en la capital y solía, como las cantinas tradicionales, cerrar sus puertas a más tardar a las 11 de la noche, deja en su interior todo un cúmulo de historias y anécdotas.

Desde las que involucran a grandes personajes –se dice que la mayoría de los presidentes de México cruzó alguna vez sus puertas y algunos cantantes como Agustín Lara llegaron hasta su barra–, hasta las de jóvenes estudiantes de artes plásticas, que sin dinero en los bolsillos empeñaban sus obras a cambio de un trago de cerveza.

Licencia número uno

Lo cierto es que de sus paredes colgaba toda una suerte de pinturas, dibujos, caricaturas y fotografías, sin faltar, la copia de la licencia para la venta de bebidas alcohólicas, orgullo de los meseros, que al menor comentario de los curiosos exhibían, e inclusive emprendían toda una “ruta turística” por el lugar para presumir aquel antiguo teléfono, que utilizaban los comensales para justificar en casa su tardanza o el reloj, que con sus manecillas y números al revés, hacía retroceder el tiempo.

Pero el ajetreo que daba vida a la calle de Moneda, a partir de la hora de la comida, con los empleados de gobierno, y más tarde con los bohemios, sólo se conserva en los comercios aledaños, uno de venta de monedas y billetes antiguos y otro de tacos de canasta, fundado en 1935, donde aún no saben, que el local vecino llegó a su fin, según informó don Rubén Aguirre, heredero de la cantina a la muerte de su padre, Jesús Aguirre.

“Hace más de 20 años nos clausuraron dos veces la cantina, posteriormente le donaron a la Universidad el edificio ubicado allá en las calles de Moneda y Seminario y tuvimos un récord de 17 años peleando (…) Sabíamos de antemano que algún día la cantidad El Nivel iba a dejar de existir. ¿Por qué? Porque a la muerte de mi padre (…) se complicaron mucho las cosas, porque todo estaba a su nombre”, relató ayer durante la entrevista radiofónica.

Ahí nombró al primer dueño, don Carmen de Gallegos y Romero, recordó los años de operación y explicó el origen del nombre de la cantina: “Yo sé la versión que se llamó El Nivel porque había existido el primer nivel que colocó Enrico Martínez para medir cómo crecía el agua en los ex lagos de Texcoco, Zumpango, Tacuba y Azcapotzalco, cuando llovía mucho en la ciudad de México”, refirió.

Y también dejó abierta la posibilidad de reubicar El Nivel en otro espacio en la ciudad de México, al conservar aún el permiso de la cantina más antigua de México. “Estamos viendo a ver dónde la podemos trasladar”, apuntó.

lunes, enero 14, 2008

Inmensa Minoría

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Dar click en la imagen para ver invitación en grande

La Generación XXXVII de la Escuela de Escritores de SOGEM invita a la presentación de su libro Inmensa Minoría, Reunión Literaria el próximo martes 22 de enero a las 7 p.m. en el Foro Rodolfo Usigli (Eleuterio Méndez no. 11, esq. Héroes del 47, Col. Churubusco Coyoacán (a tres cuadras del Metro General Anaya).

Autores:

A. Hilda Ariza González
Hernán Becerra Pino

Begoña Borgoña

Aura Carmina Bucio

Alecer Castañeda

Luisa Lacorte

Sergio Langarica

Carmen Mendoza Cámara

César Damarceno Montero Arroyo

Ray Nolasco

Óscar O.

Mario Ramírez Monroy

Alea Reygo

Álvaro Rueda

Elsa Ruiz

Sara Ruiz

Ricardo A. Saracco A.

Juan Eduardo Sequeiro

“María Tabares”

José Adrián Zavala

La compilación está dividida en cuento, poesía y teatro y cada sección tiene una introducción propia, escritas por Eduardo Antonio Parra, Maricruz Patiño y Gabriela Ynclán, respectivamente. La introducción general es del maestro y escritor Gerardo de la Torre.

Comentarán el libro:
Gabriela Ynclán y Guillermo Vega Zaragoza

domingo, enero 13, 2008

Wise Up


De la película Magnolia, de Paul Thomas Anderson

Por Aimee Mann

It's not
What you thought
When you first began it
You got
What you want
Now you can hardly stand it though,
By now you know
It's not going to stop
It's not going to stop
It's not going to stop
'Til you wise up

You're sure
There's a cure
And you have finally found it
You think
One drink
Will shrink you 'til you're underground
And living down
But it's not going to stop
It's not going to stop
It's not going to stop
'Til you wise up

Prepare a list of what you need
Before you sign away the deed
'Cause it's not going to stop
It's not going to stop
It's not going to stop
'Til you wise up
No, it's not going to stop
'Til you wise up
No, it's not going to stop
So just...give up

jueves, enero 10, 2008

Cuaderno de la Fermatta (I)

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De la "química" y otras patrañas

La rabia impotente es la más triste de todas, porque es inútil. Si ella me dice que "no hay química" entre nosotros, no puedo obligarla a nada; no puedo decirle: "Ámame", porque el amor debe ser, en esencia, un acto de voluntad. El acto de voluntad supremo.

Desde Dante, ese triste y manso impotente, nos han vendido la idea de que el amor surge de la nada, o peor: que es gobernado por "fuerzas misteriosas". ¡Patrañas!

El amor es el máximo acto de voluntad que puede ejercer un ser humano. Yo decido a quién amo y a quién no. Pero nadie o muy pocos quieren asumir la responsabilidad de esa decisión de amar o no amar. Es mejor echarle la culpa a la "química", a Cupido, al corazón, a las feromonas o a las flatulencias, eso es lo de menos, porque sería muy vergonzoso reconocer que es consecuencia de una decisión propia e independiente el que uno haga tantas estupideces, que se rebaje y se exponga a tanto "en nombre del amor".

Mejor echarle la culpa a algo o a alguien que no se puede dominar ni controlar, como "la química".

El libre albedrío es la mayor maldición de la existencia humana. Ese es el verdadero infierno. Vaya si lo aprendieron Adán y Eva.

Sin embargo, preferimos, para decirlo científicamente, seguir haciéndonos pendejos en lugar de aceptar el peso de nuestras decisiones, y reconocer que si sufrimos es porque así lo queremos. Igual podríamos decidir acabar con el sufrimiento, pero seguimos ahí, como insectos alrededor de la flama, a sabiendas de lo que nos espera si nos acercamos demasiado.

Los de La Trinca sabían muy bien de lo que hablaban



"Hay algunas mujeres que son muy chichonas, pero que cuando las llegas a conocer bien, te das cuenta que son planas por dentro.

"Busquen mujeres que sean chichonas del alma."

No, no es una cita de Kierkegaard sino del Chidoguán, tan joven y tan sabio.

miércoles, enero 09, 2008

¿Dejar de ser mexicanos?

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Nosotros queriendo dejar de ser mexicanos y a estas güeritas se les hace chistoso disfrazarse de "mariachas"
(grupo musical australiano realmente existente llamado las "Kanga Kepers")

Ayer que regresaba a casa, venía platicando con el taxista sobre el desmadre del transporte en la ciudad (¿de qué más puede hablar uno cuando viaja en taxi?), y el hombre me contó que él había sido trailero y que una vez conoció a otro chofer que "se vestía como si fuera narco": ropa cara, cadenas y esclavas de oro, relojote, botas vaqueras, e infaltablemente acompañado por mujeres muy guapas.

Una vez le preguntó a este tipo de dónde sacaba el dinero para tanto lujo si el sueldo a él apenas le alcanzaba para mal mantener a su familia.

Y el tipo le espetó: "Nel, maestro. Lo que pasa es que por eso no progresas. Sigues pensando como mexicano. Vas a dejar de estar jodido cuando dejes de pensar como mexicano".

Ya no pude continuar la charla porque habíamos llegado a mi destino, pero me causó extrañeza que apenas el domingo había leído un razonamiento parecido en la revista Proceso, en el artículo de Denise Dreser, que aquí les convido y que creo que tiene algo de razón (y que conste que no soy fan de la susodicha ultraliberal y bienpensante señora):

Alta traición

por Denise Dresser


Tomado de la revista Proceso

“Habrá que volverse un país extranjero. Porque lo más autóctono que hay en este país es la jodidez, la pobreza. Odio este país jodido y atrasado, lo quiero suprimir; quiero volverlo otro. Quiero hacerlo un país poderoso, un país próspero. En eso seré traidor a la patria. Quiero que nuestro país sea un país extranjero: otro país.”

Santos Rodríguez, personaje en la novela de Héctor Aguilar Camín La conspiración de la fortuna.

Difícil describir a México en el albor de su Bicentenario. País partido en un montón de pedazos, preguntándose quién es, de dónde viene, hacia dónde se dirige. País que alberga a quienes compran en Saks Fifth Avenue e ignora a quienes piden limosna en los camellones a unos metros de allí. País que preserva su pasado pero también lo habita. Orgulloso de la modernidad que ha alcanzado pero impasible ante los millones que no la comparten. Paraje peleado consigo mismo, impulsado por los sueños del futuro y perseguido por los lastres del pasado. El México nuestro. De rascacielos y chozas, Jaguares y burros, internet y analfabetismo, murales y marginados, plataformas petroleras y ejidos disecados, riqueza descomunal y pobreza desgarradora. País sublime y desolador.

Hoy, a punto de ser celebrado con la rehabilitación de 200 plazas y 100 jardines. Con la instalación de 200 placas conmemorativas por toda la República. Con la publicación de biografías, historias regionales, diccionarios, almanaques, atlas, guías, antologías diversas, crónicas y catálogos. Con “actos cívicos, ceremonias y concursos de oratoria y declamación, certámenes y exposiciones sobre los símbolos patrios y premios al mérito civil”, dice el responsable de la Comisión Organizadora de la Conmemoración del Bicentenario, Rafael Tovar de Teresa. Con la construcción de una nueva sede para el Archivo General de la Nación y la rehabilitación del Palacio de Bellas Artes y un montón de actividades más. Doscientos años de historia examinados, diseccionados, diseminados. En México, el pasado está en todas partes: omnipresente, abundante, tangible, heredado.

Ese pasado al cual México se aferra porque piensa que le provee de identidad. La seguridad de lo que fuimos ofrece certezas sobre lo que somos. El pasado –dicen– imbuye a los mexicanos significado, sentido, valor, memoria. Y habrá muchos que aplaudirán lo logrado en dos siglos: el aumento de la población, la urbanización, la erradicación de la viruela, el descenso del analfabetismo, la emisión de la moneda, el ingreso per cápita de casi 8 mil dólares. Logros sin duda, pero demasiado pequeños ante el tamaño de los retos que el país enfrenta. Democracia. Equidad. Buen gobierno. Justicia. La posibilidad de un México capaz de soñar en grande.

Quizá la mirada retrospectiva debiera servir para que los mexicanos evaluaran a su país y a sí mismos con más honestidad. Sin las anteojeras de los mitos y los intereses que buscan minimizar los problemas. Porque el pasado no sólo ayuda y deleita; también obstaculiza. Las generaciones que se recuestan en el polvo de sus padres corren el riesgo de dormir, de quedar aletargadas, sin levantarse de allí. Un pasado demasiado alabado o estrechamente abrazado socava el sentido de propósito, de urgencia. La obsesión con los momentos heroicos del pasado desplaza la preocupación ante los imperativos modernizadores del futuro. Como escribió Dickens, “si el pasado captura tanto nuestra atención, el presente puede escapársenos de las manos”.

La reverencia al pasado que tantos mexicanos despliegan contribuye a inhibir el cambio, a embargar el progreso, a coartar la creatividad. Convierte a los hombres y a las mujeres del país en espectadores, postrados por la devoción a una historia que necesitarán trascender si es que desean avanzar. Esa historia aprendida del país estoico, valiente, resistente. Esa historia memorizada de tragedias ineludibles, conquistas sucesivas, humillaciones repetidas, traiciones apiladas, héroes acribillados. Esa historia oficial, fuente de actitudes que dificultan la conversión de México en otro tipo de país. Actitudes fatalistas, resignadas, conformistas, profundamente enraizadas en la conciencia nacional.

Actitudes compartidas por quienes asocian el cambio con el desastre y perciben la estabilidad como lo máximo a lo que se puede aspirar. Actitudes desplegadas por los apologistas que obligan al país a cargar con el fardo del pasado mientras lo glorifican. Incapaces de comprender que “todo eso que elogian es lo que hay que desmontar”, en palabras de Sebastián, el personaje modernizador de la novela de Aguilar Camín. Incapaces de enderezar lo que la Revolución y el PRI y la reforma agraria y el corporativismo y la corrupción enchuecaron. Incapaces de entender que parte de México se ha modernizado a expensas de sus pobres. Incapaces de reconocer que la idea del gobierno como receptáculo del interés público es tan ajena como lo era en la época colonial. Que las familias poderosas buscan proteger sus feudos tal y como lo han hecho desde la Independencia. Que la línea divisoria entre los bienes públicos y los intereses privados es tan borrosa como después de la Revolución. Que el ejido proveyó dignidad a los campesinos, pero no una ruta para que escaparan de la pobreza. Que el PRI creó instituciones pero también pervirtió sus objetivos. Que los políticos hábiles, fríos, camaleónicos cruzan de una pandilla a otra como lo han hecho durante décadas. Que la república mafiosa continúa construyendo complicidades con licencias y contratos y concesiones y subsidios. Que la vasta mayoría de los mexicanos no puede influir en el destino nacional, hoy como ayer. Que la falta de un gobierno competente está en el corazón de nuestra historia. Que México ha cambiado en doscientos años, pero no lo suficiente.

Y por todo ello, la consigna del Bicentenario no debiera ser la celebración de lo logrado, sino la honestidad ante los errores cometidos. El reconocimiento de lo mucho que falta por hacer. El entendimiento de que el pasado es esencial e ineludible, pero no puede seguir siendo un pretexto. El culto a la preservación y la manía por las raíces, con demasiada frecuencia centra la mirada en donde no debiera estar: México ensalza reliquias en vez de construir derechos; México celebra legados en lugar de garantizar oportunidades; México imbuye de virtud histórica a la perpetuación de los vicios. La tarea pendiente después de dos siglos es la de tomar al país por asalto, liberarlo de las cadenas que gobierno tras gobierno le han colocado, sacudirlo para cambiar su identidad morosa, obligarlo a parir mexicanos orgullosos de la prosperidad que han logrado inaugurar. Y convertir a cada mexicano en un traidor a la patria; en alguien capaz de imaginar otro México, otro.

lunes, enero 07, 2008

Escribir poemas

Por Alejandro Aura

Lo difícil que es escribir poemas. No por hacer que las líneas coincidan, rimen, tengan las mismas o concordantes sílabas y caigan los acentos en unas o en otras, y cosas por el estilo, que son todas de preceptiva que, como quiera, se aprende; sino porque hay algo en cada poema que está muy lejos de lo que nos han enseñado que es escribir. Pero a años luz. Aunque me felicito por vivir en la época del correo electrónico que nos ha devuelto la posibilidad de comunicarnos escribiendo, que estuvimos a punto de perder. Como tengo mucho contacto con los potenciales lectores de este blog vía internet, no saben ustedes las cosas que recibo con nombre de “escritos”; no me refiero a los comentarios, que agradezco tanto y se reproducen todos, sino a expresiones de rechazo cuando envío promociones, de esas que mando en verso; algunas son aberraciones coloquiales que uno puede interpretar gracias a que se imagina la carita del interlocutor (a), carente por completo de toda idea de redacción, ortografía o prosodia, y da ternura. Pero aun escribiendo con todas las herramientas usadas con corrección, qué difícil es hacer versos. Bueno, no: hacer poemas; qué difícil es escribir poemas.

Uno se puede pasar toda la vida tratando de desentrañar qué es eso que ocurre cuando algo que se escribe vuela porque va más allá de lo que dice la razón, de lo que se entiende; es decir: aparte de ser comprensible –que ya es mucho- es capaz de llevar a quien lo lee a apreciaciones personales que tienen que ver con las emociones, la memoria o la imaginación. O más todavía: que tiene la capacidad de comprometer la voluntad del lector y lo obliga –con grata y aceptada obligación- a hacer un esfuerzo de convivencia con lo que lee. Y ese secretito es el que está cabrón. Porque leemos todo el día y lo que leemos nos entra por un ojo y nos sale por el otro; todo está lleno de lecturas que no nos dicen nada, que nos acompañan como los susurros o las voces interrumpidas que oímos al paso en los mercados o en las calles y plazas: nada, bisutería de palabras, escamocha. Hasta que nos encontramos con la escritura de un poema que nos resulta distinta, ¿por qué un poema que nos interesa y estamos dispuestos a guardar en la memoria no es como un anuncio comercial o un encabezado de periódico? ¿Y cómo ocurre que se deslava pronto o, por el contrario, se afirma en la voluntad de recordarlo? La respuesta a estas últimas preguntas es de lo más caro que existe en el mercado de la inteligencia.

En fin; esta reflexión provino de una motivación vanidosa: yo creo que el soneto que les mandé ayer, el de los Reyes Magos, tiene buenos kilates de poesía. Claro que cuando uno lee un poema lo menos que tiene que hace es juzgarlo y lo más, disfrutarlo; espero que lo hayan disfrutado porque esos reyes magos del poema están más cerca de cualquiera de los lectores de lo que nos imaginamos, y con lo que menos tienen que ver es con la vulgar costumbre de enviar anuncios en verso o con la retórica de las felicitaciones obligatorias por las fechas que con tantísimo entusiasmo celebran (y nos arrastran con ellos) los comerciantes. Estos reyes magos son álguienes como el que somos cualquiera de nosotros y no traen más regalo que la revelación, para quien quiera y pueda verla.

Este es el soneto que Alejandro envió por mail:

SONETO DE LOS REYES MAGOS

Iban Gaspar, Melchor y Baltazar
comiéndose en el campo una paleta
mientras se platicaban la secreta
ilusión que tenían de llegar

a no muy bien sabían qué lugar
que traían anotado en su libreta
a donde les dijeron que es la meta
de reyes que se tiran a viajar

sin saber a dó van ni quién los guía
sino que una noche como aquellas
tomando unos mezcales potosinos

dijeron entre muchos desatinos
que habían de alcanzar a las estrellas
y parece que hoy va a ser el día.

sábado, enero 05, 2008

Aristegui

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¿Se podrá levantar una denuncia por "maltrato profesional con agravantes" y "lesiones graves a la libertad de expresión"?

¿Por qué es tan preocupante que Carmen Aristegui ya no esté al frente de su noticiero matutino en W Radio? (Ver la nota en La Jornada).

En rigor, si una persona no está de acuerdo con las condiciones de trabajo que le ofrece una empresa, simple y sencillamente, agarra sus cositas y se va a otro lado donde sí se sienta a gusto. Punto. Si Carmen no llegó a un acuerdo con los gachupines del Grupo Prisa que ahora controlan Televisa Radio, por diferencias de política editorial, pues ya encontrará otro micrófono donde sí pueda ejercer su profesión como le gusta.

Pero he ahí la cuestión: esto, que debería ser el pan de cada día en una sociedad verdaderamente plural y democrática, se convierte en noticia de primera plana precisamente porque Carmen Aristegui es una de las pocas, poquísimas, personas decentes que ejercen verdaderamente el periodismo en este país: abordando los temas noticiosos, lo que de verdad es importante en la agenda nacional, de la manera más completa y objetiva posible, sin condicionamientos ideológicos, políticos o económicos. Carmen Aristegui es una periodista que ejerce su profesión como debe ser. Nada más, pero tampoco menos.

Esto, que debería ser lo común en el ámbito periodístico, resalta precisamente porque no lo es. En el país de los ciegos, el tuerto es rey. Carmen Aristegui es una anomalía en una sociedad tan corrupta y descompuesta como la mexicana, y por ello le han ido cerrando los espacios para ejercer su profesión. Primero, salió de Imevisión cuando la compró el gángster Ricardo, el "Para-qué-queremos-autoridades", Salinas Pliego. Luego, tuvo el mal tino de asociarse, junto con Javier Solórzano, con el deficiente mental de Pedro Ferriz de Con en lo que terminó siendo Imagen Informativa, luego salió de Televisa con su famoso Círculo Rojo, y ahora de Radiópolis.

Por otro lado, una empresa privada tiene todo el derecho de decidir a quién contrata y a quién no, y si los gachupines quieren que los conductores de sus programas vayan a trabajar travestidos y con bigote a la Aznar y consiguen a alguien que acepte hacer el ridículo por unos cuantos miles de pesos, pues adelante, muy su bronca. A ver quién los sintoniza.

Pero da la casualidad de que lo de Aristegui tiene todo el tufo de una vendetta política, porque resulta que Juan Ignacio Zavala, yerno de ya-saben-quién, es el encargado de los negocios del Grupo Prisa en México. ¿Se acuerdan de todo el caso Hildebrando, el cuñado incómodo que tenía contratos millonarios con múltiples oficinas gubernamentales? Pues uno de los periodistas que le dio seguimiento y hasta consiguió entrar a la intranet de Hildebrando, fue Carmen Aristegui.

¡Qué curioso, verdad? Amén de que en su noticiero, Aristegui dio espacio a todas las voces y opiniones acerca de las elecciones del año pasado, no nada más a la visión gubernamental. Y eso también le debe haber dolido a ya-saben-quién. Y, pues ahora, ya se lo cobró, por interpósita persona. De hecho, se trata de una política implantada en Televisa Radio a todos sus conductores. Y si hasta el acomodaticio flan de Carlos Loret de Mola salió por piernas al no aceptar las restricciones, imagínense los demás. Se van a quedar sin nadie que apague la luz y cierre la puerta.

Bueno, Fox se fregó a José Gutiérrez Vivó y éste, por contar con mayores recursos, pudo aguantar casi todo el sexenio el asedio hasta que terminó por tronar, aunque ya regresó a las ondas hertzianas pero con poca gloria. En tanto, Carmen Aristegui es tan sólo una periodista independiente, cuyas únicas armas son su inteligencia, su talento y su integridad profesional.

Yo tuve la oportunidad de conocerla hace ya más de 18 años: en aquel entonces ella empezaba a conducir el programa de la CNDH en Radio Educación, cuando el tema de los derechos humanos apenas figuraba en la agenda de la sociedad. De inmediato (perspicaz que es uno, caray), me pareció una mujer, además de bella y simpática, muy seria, preparada y profesional.

He seguido su trayectoria y dos o tres veces hemos coincidido en algún evento, aunque debo reconocer que no escuchaba su programa en la W (perdón, pero en realidad no escucho ya la radio, desde que no uso mi automóvil para trasladarme a diario), y como tampoco tengo cable, pues no veo su programa en CNN, aunque de vez en cuando leo su artículo semanal en el Reforma.

Pero eso no obsta para reconocer que Carmen Aristgui se ha convertido en una referencia noticiosa tan presente e influyente como lo fue, guardando todas las proporciones y diferencias del caso, la de Jacobo Zabludovski, cuando la gente decía: "Lo dijo Jacobo en la tele". Así, ahora muchos dicen: "En el programa de Aristegui salió que..."

En suma, lo que debe preocuparnos es que la derecha en el poder, a pesar de su fachada dizque democrática, en realidad está aplicando los mismos mecanismos represivos que durante 70 años ejercieron los gobiernos priístas. Pero, por fortuna, buena parte de la población ya no se queda callada ni puede ser manipulada tan fácilmente. La radio y la televisión ya no tienen tanta influencia como los políticos y sus cómplices empresariales quieren seguir creyendo

Como siempre, desde siempre, lo que queda es resistir, denunciar y participar, desde la propia trinchera, para que las cosas cambien.

Desde aquí, si sirve de algo, todo el apoyo y la solidaridad humana y profesional con Carmen Aristegui.

viernes, enero 04, 2008

Al cuerpo le estorba la palabra

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Para ti, no te hagas

por Guillermo Vega Zaragoza

¿Por qué no tienes versos en lugar de piel?
¿Por qué no puedo tocarte sólo con letras,
sílabas y acentos?

¿Por qué tus senos no pueden ser
las líneas de un soneto,
para recitarlos de memoria?

¿Por qué tus piernas
no son rimas paralelas
y tu vientre blanco un verso libre?

Tus nalgas podrían ser redondillas,
tus brazos endecasílabos y tus labios
nocturnos o madrigales.

Y tu sexo,
ah, tu negro sexo,
un haiku interminable.

miércoles, enero 02, 2008

¿Cómo ven a este chango..?

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Recordatorio

No es que me guste andárselas recordando a cada rato, pero no está de más decirles que la próxima semana empiezan las inscripciones para el nuevo Taller Activo de Novela que impartirá acá su charro negro en la Escuela de Escritores de SOGEM a partir del 14 de enero.

Toda la información está aquí.

Se trata de la continuación del curso anterior, que tuvo un éxito arrollador. Vean si no la cara de placer y satisfacción de los afortunados y talentosos alumnos en la siguiente imagen (tomada del blog de Gerson, también alumno del taller):

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El Vega en el Reforma (again)

Una vez más las amigas de la sección cultural del Reforma (saludos a Dora y a Erika) pidieron la opinión de este tundeteclas para sugerir un libro a los lectores del diario.

La publicaron el 24 de diciembre, pero apenas la vine a encontrar hoy, así que se las convido. Se trata del libro Ideas falsas de Alejandro Rozitchner, de quien pueden leer más en su blog 100 Volando y en su página web Bienvenido a mí.

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